Se habla mucho del tema de la seguridad en Sudafrica. Se habla en Argentina y tambien se habla aca. De hecho, se habla permanentemente en la radio de que las mujeres cuando nacen son solo un estorbo que es propiedad del padre para entregarla en matrimonio, de la crueldad con la que se llevan a cabo los asaltos callejeros, de la facilidad con la que se elimina a quien denuncie un caso de corrupcion.Realmente este lavado de cabeza permanente pone al turista en alerta. De todas formas, el momento en el cual realmente sentí que era algo jodido fue cuando llegaron las seis de la tarde.
Estábamos manejando buscando un lugar donde comer algo, cuando llegamos al centro. Obviamente, llamar centro a la esquina de la foto es un poco generoso. Literalmente, esa esquina es la zona cero del área comercial de Kimberley.
En cuanto cae el sol (lo cual sucede de manera abrupta y temprana), inmediatamente se acaba el comercio y la ciudad retoma automáticamente su condición fantasmal. Todos, absolutamente todos, los comercios se cierran con unas rejas metálicas muy similares a las que hay en las prisiones. Ningún rubro (con excepción de las estaciones de servicio, los hoteles y uno o dos locales de fast food) permanece abierto más allá de este anochecer breve que sucede no más allá de las 6 y media.
Detalles a tener en cuenta de la foto (recordemos, Santa Fé y Callao a las seis de la tarde): no hay ningún local abierto, no hay autos estacionados en la calle, no hay nadie caminando, no hay luces con excepción de un par de faroles.
Me bajé a sacar la foto y realmente sentí que éste no es un pueblo fantasma. Estamos en el lejano oeste, pero esto es una selva. Uno camina unos pocos metros por esas calles y sabe que, a pesar de no ver a nadie, hay ojos depredadores relamiéndose en algún lado. Uno lo siente, ve la oscuridad, siente el silencio y toma la decisión correcta: che, rajemos de acá antes de que nos empomen!
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