domingo, junio 20, 2010

La Sudafricanidad al Palo (Scorsese tiene razón)

Ya van varias veces que me preguntan por qué alquilé un auto y no una van, si siempre somos un batallón moviéndonos con cajas, mercadería y equipaje. Esta es la historia.
Tomé la precaución de alquilar mi auto desde casa, para no encontrarme con sorpresas al momento de llegar. Error. Estamos en Sudáfrica, país casi sudamericano.
Al momento de hacer la reserva, pido una van. Me dicen que no hay problema, que tienen para mi una van Toyota Hilux. Empiezo a sospechar. Me dicen que no me preocupe, que es una van y que me cobran la mitad de lo que sale un auto. Sospecho aún más.
Ingenuo, llego a las 7:30 (después de 18 horas de vuelo) a O.R. Tambo y me dirijo al counter del rent-a-car. Un ahora de cola. Me dicen que no tienen mi reserva. Lo sospechaba.
Después de varios llamados telefónicos, aparece un caballero local que me informa que mi reserva no estaba hecha en esta sucursal, sino en otra fuera del aeropuerto y que el me iba a llevar allí. Veinte minutos de auto.
Llegamos a un depósito donde me mostraron la nave: una pickup Hilux modelo 1980 con una cúpula de plástico de 3.20 mts de altura. Para convencerme de que valía la pena, abren el canopy y me muestran la caja. Hay grandes probabilidades que haya sido utilizada para el tráfico de seres humanos a través de la frontera con Mozambique. Gentilmente le indico que no es lo que pedí y le solicito que me la cambien. El caballero habla telefónicamente con su jefe. Me ofrece una alternativa: una van coetánea con la Hilux y con sólo el asiento del piloto. Gracias, pero no, gracias.
OK. Entonces lo llevo a nuestra oficina para que elija otra cosa. OK. Compro. Cuarenta minutos de viaje.
Llegamos a un licenciatario de vehículos de carga. Opciones: otra Hilux, pero doble cabina o un auto. A esta altura, me olvido de mi plan original y me resigno al automóvil. Llegado el caso, dormir sentado no es tan cómodo como hacerlo horizontal, pero es mejor que hacerlo en la caja de la pickup.
No problem, me dicen. Le arriendo un Toyota Corolla. Gran baúl, espacio para cuatro personas. Eso sí, no lo tenemos acá, sino en otra sucursal. Entregado, enfrento otra media hora de viaje.
Llegamos a la nueva sucursal. A ritmo sudafricano me hacen los papeles y media hora más tarde tengo la llave de mi automóvil. Y el GPS? le pregunto. Cuál GPS? me responden.
Yo alquilé un auto con GPS. Ah, no. Acá no tenemos. Si quiere un GPS va a tener que ir a buscarlo usted al aeropuerto.
Hace veintidós horas que no como ni duermo, quiero llegar al hotel (cada uno de estos desplazamientos incluía no sólo a mi persona, sino también a todo mi equipaje). Hago lo que quieran. Voy yo al aeropuerto a buscar mi GPS! Bueno, si le parece...
Me acompañan afuera a buscar el auto. Posición K2. Llego y me encuentro con un Volkswagen Fox. Hmmm. Not good.
- Este no es el auto que yo pedí.
- Por? es 1.6 litros, lo que usted quería.
- Si, es 1.6 litros, igual que el Corolla, pero de la mitad de tamaño! Quiero mi Corolla!
- No se preocupe, pero aquí no tenemos un Corolla. Pero vamos a hablar con la concesionaria del aeropuerto para que se lo cambien allí.

Empujando mi equipaje salgo manejando mi Fox, sin GPS y con unas direcciones escritas en un papelito y trato de llegar al aeropuerto. Sorprendentemente, sin perderme, encuentro la terminal. Agotado, muerto de hambre y de sueño, aterrizo en el mismo counter que me recibió seis horas antes. Me acuerdo de la película After Hours. Alrededor de mí, todo sucede como si nada hubera pasado. Para mí la historia se muerde la cola. En seis horas, Sudáfrica me demostró un resumen de lo que iba a encontrar en las semanas siguientes.

2 comentarios:

Daniel Dendi dijo...

Muy bueno... muy Caparrós.

Tio Coco dijo...

Si te referís a que fue escrito por un pelado con bigotes...

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