Roger Waters en Chile: la vuelta de Augusto Comte

 Roger Waters enamorado en Don't Leave Me Now

 Salvador Allende presente en el Ex-Estadio Nacional

 Bring the Boys Back Home

Debajo de la B se ve una mancha minúscula. Se llama Roger Waters

 Justo ahora aparece mi mujer! (Don't Leave Me Now)

 Augusto Comte y el Nacionalsocialismo a full en el Julio Martínez

 Apple, Mercedes Benz y Shell fueron algunas de las corporaciones castigadas por Mr. Waters

 Run Like Hell

En el show de Roger Waters se me hizo evidente la teoría de Augusto Comte sobre la psicología de masas. Segun él, éstas se manejan por la imaginería y responden de forma distinta a como lo haría cada uno de sus individuos por separado.

Enfrente de nosotros había una pareja con dos hijos. Comenzamos una conversación incidental sobre el rock y el hecho de que sus hijos siguieran al ex Floyd. Mi mujer me dijo: esta familia es un ejemplo de comunicación. Vienen todos juntos a ver un recital. Me gustan. Puede ser, pensé yo.

Comienza el show. Probablemente la puesta visual más impactante que haya visto en mi larga vida de asistente a recitales. En el momento en el que Pink se transforma en un proto Hitler y sus adláteres skins marchan con sus brazos cruzados sobre sus cabezas, sorprendentemente, decenas de tipos que hasta segundos antes no demostraban afinidad por el Nacionalsocialismo, empezaron a imitarlos y a gritar enajenados a cada sugerencia de RW (ese es judío, ese esta fumando faso. Los mataría a todos!). Raro

Al rato me doy cuenta de que detrás de mi, el chancho volador que transportaba todos los mensajes insurreccionales y anti autoritarios (junto con alguna falta de ortografía, tal vez para justificar los reclamos por una mejor educación) había caído sobre el público. De inmediato, tres o cuatro de los que me rodeaban (incluidos los jóvenes ejemplares) salieron disparados hacia el jamón gigante. Supuse que era para ayudar a recuperarlo de las manos de la masa que, luego de presenciar durante dos horas mensajes sobre derechos y libertades individuales, se dedicaba a destruirlo prolijamente, mostrando orgullosos como memento el pedazo de nalga o de lomo que pudieron rescatar. En contra de lo que yo esperaba, al rato, vuelve la brigada juvenil, retazo de goma en mano, a mostrar orgullosos su participación en la pillería. Los padres, roqueros ellos, los felicitan y prometen enmarcar la pieza de memorabilia.

De repente, miro a mi alrededor y me encuentro rodeado de una multitud uniformada con remeras de Pink Floyd, marchando ordenadammente con sus brazos cruzados sobre sus cabezas y destruyendo un chancho volador portador de mensajes de libertad y el anti-autoritarismo.

Mi amigo @sebaeyzaguirre7 me dice: no tienen vuelta.

Por un momento me pregunté de qué lado de la pared estábamos.

PS: yo fui el único que se aterrorizó cuando se prendió fuego el techo del escenario? O nadie se dio cuenta?