Probablemente una de las pequeñas cosas que más identifican la Argentina es su cultura del café. El concepto de "parar" en un café es muy difícil de explicar a un extranjero. Básicamente uno tiene un lugar (inclusive una mesa) en la que para. Uno va al café sin coordinarse con nadie, sin un horario fijo y sin objetivo. Cuando uno tiene un rato de sobra, va al café. De la misma forma, un grupo de parroquianos con la misma costumbre repiten el gesto. Finalmente, es muy probable que uno se encuentre con dos, tres, cuatro amigos en el café y se forme una mesa a la que se van sumando en la medida en que lleguen, más miembros. El resultado es lo que en Argentina se conoce como "los muchachos del café": una especie de grupo a lo Al Qaeda sin lideres visibles ni compromisos formales.
Y de última, si vamos al café y no hay nadie, nos quedamos leyendo el diario.
Un cafecito en el Tortoni
Un café con un tostado de jamón y queso (a.k.a. Carlitos) en Pinot
Un cafecito con las mundialmente conocidas medialunas de la Boston en Mar del Plata
Café con pan dulce!
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