Leyendo esta nota en Wired recordé varias de las conversaciones que he tenido en la oficina sobre el uso de las redes sociales. Hemos pasado horas hablando de cómo hacer que éstas funcionen para nosotros distribuyendo gratuitamente contenido comercial. Obviamente, aún no encontramos la respuesta.
Por otro lado, leemos historias como la de James Erwin y nos maravillamos de la velocidad con la que se esparce un meme. Lo que no pensamos es que para que se genere un blogstar debe pasar lo que alguien llamo "a seven-year overnight success". Lo que Malcolm Gladwell llama la “10.000-hour rule”. Para ser exitoso (en lo que sea) uno tiene que haber pasado al menos diez mil horas practicando. Esto es lo mismo. Hay un par de twittstars que son héroes por quince minutos montados en una frase ingeniosa, pero los que trascienden en el tiempo tienen un sentido del humor alimentado por miles y miles de horas de consumir cultura pop.
A fin de cuentas, todo se reduce a la teoría Tío Coco de las redes sociales: el buen contenido es centrifugo.
Lo que sucedió con el autor de RomeSweetRome es que dedicó probablemente más de diez mil horas a estudiar historia y a responder posts (muchos de ellos irrelevantes) de reddit. Hasta que finalmente, encontró la historia para la que estuvo preparándose toda la vida. Y los lectores lo reconocieron de inmediato. Básicamente, la gracia no es la herramienta, es el contenido. La gran tentación que hay que resistir es la de producir grandes infraestructuras para empujar por la red contenidos comerciales que no son relevantes.
El corolario de la teoría sería, entonces: si tenés que pagar para que tu contenido se viralice, es porque no le importa a nadie
Este fue mi pequeño grano de arena para que las empresas dejen (dejemos) de sobreinvertir tratando de reinventar herramientas y de repetir mensajes vacíos esperando que alguien los haga circular por arte de magia
El corolario de la teoría sería, entonces: si tenés que pagar para que tu contenido se viralice, es porque no le importa a nadie
Este fue mi pequeño grano de arena para que las empresas dejen (dejemos) de sobreinvertir tratando de reinventar herramientas y de repetir mensajes vacíos esperando que alguien los haga circular por arte de magia
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