Todos los
que tuvimos el privilegio de ir a ver la Copa del Mundo en Sudáfrica tenemos recuerdos de todo tipo de ese torneo. El gol de Palermo a Grecia, la
mano de Suárez contra Ghana, los escándalos con la venta de entradas, las
hermosas ciudades de Port Elizabeth y Cape Town, el agujero espantoso de
Kimberley y demás. Cada uno tendrá su propia lista de memorias, aunque hay algo
que, seguramente, todos recordamos con un mancomunado desagrado: las vuvuzelas.
Cualquiera que haya estado en un estadio en esa Copa salió mareado y con un silbido
en el oído como si hubiera visto a Metallica desde la primera fila. Los sudafricanos
consideran que ésta es su “arma secreta”, la cual fue probadamente ineficaz
durante el Mundial y, tal como lo pude comprobar la semana pasada, el partido
inaugural de la Copa Africana de Naciones (#AfCoN) en el que empataron en cero
contra los debutantes Tiburones Azules de Cabo Verde.
De todas formas,
lo más importante de ese partido no fueron los soporíferos 90 minutos de juego,
si no el hecho de que, como había llovido torrencialmente gran parte del día,
las tribunas estuvieron vacías mucho tiempo. Durante la Copa del Mundo, yo
acostumbraba a comentar que el público de estos torneos es más parecido al de
la NBA que al tradicional hincha futbolero que conocemos nosotros. En este
partido me di cuenta de otra similitud atroz entre los dos espectáculos: al
igual que en el basketball norteamericano, en la Copa del Mundo, así como en la
AfCoN, las hinchadas, incluídas las perennes vuvuzelas que nos taladraron los
oídos durante un mes, están grabadas! Cada vez que Cabo Verde se acercaba
tibiamente al aburrido arquero sudafricano, las tribunas vacías emitían un
multitudinario suspiro de alivio. Cada vez que un local, por error, disparaba
cerca del arco de los Tiburones, el estadio desierto se venía abajo. Entre pase
frustrado y pase frustrado, cuando los
protagonistas se entretenían jugando a no salir del círculo central, las
vuvuzelas sonaban constantes e irritantes, como sopladas por algún espíritu futbolero
olvidado en Joburg por los miembros de Hinchadas Unidas Argentinas.
Con ustedes, la prueba de la infamia.