La otra es una chica joven. No es ni mala ni buena, pero siempre fue la gordi de la clase. Ni muy buena, ni muy bagre. Intrascendente. Lo que la hace muy peligrosa. Una mujer linda, a fuerza de ser bombardeada de propuestas masculinas de mayor o menor seriedad o atractivo, finalmente termina con ciertos kilometros recorridos y se maneja criteriosamente en los temas relacionados con los hombres. La gordi, por inexperiencia, al primer beso reclama atención, exclusividad y prebendas ilegítimas que la hacen caer en un círculo vicioso que espanta a los hombres aún más.
Podría haber otra mujer, la que está buena, pero que a fuerza de jipismo y mala poesía logra hacernos olvidar de sus tetas y nos hace preferir a la gordi.
En resumen, los talleres literarios son un desperdicio. Estaría tan bueno leer cuentos rodeado de gente linda. Pero parece que hay una incompatibilidad entre el sexo y la lectura de Borges.
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